viernes, 16 de octubre de 2009

VIELHA Y LOURDES 13-17 Junio 2005

Esta vez soy yo, María Eugenia, la encargada de dar cuenta del maravilloso viaje que acabamos de hacer a las tierras leridanas que bordean los Pirineos y más concretamente al valle de Arán.
La salida desde Santomera estaba prevista para la media noche del domingo 12 de este junio caluroso. El autobús se hizo esperar un rato, que se nos antojó un poco largo. Efectuamos la salida a la 1h45, en un flamante autobús, los 44 excursionistas con el chófer. Efectuamos la primera parada en La Font de la Figuera . Estiramos las piernas y cambiamos de conductor. En Valencia nos esperaba Loli, la guía, que nos acompañará y documentará durante todos los recorridos. Volvemos a hacer otra pequeña parada de 15 minutos en La Plana (Castellón). Seguimos camino
durmiendo a trompicones hasta llegar a Ars (Lleida). Es la hora del desayuno: Manolita y Fina se ponen manos a la obra y en un periquete nos preparan, al aire libre, un suculento y mediterráneo desayuno a base de pan con tomate y aceite, jamón y nuestras sabrosas naranjas. Tras esta parada de 45 minutos, seguimos camino de la provincia de Huesca. Atravesamos una zona de viñedos con denominación de origen Somontano y girando a la derecha divisamos Torre Ciudad, enclave privilegiado porque se encuentra en medio de un lago que forma el río Cinca. Es Torre-Ciudad un santuario mariano construído por voluntad del ahora santo José María Escribá de Balaguer, fundador de la orden del Opus Dei y originario de estas tierras. El edificio es grandioso, un poco faraónico a mi entender, todo él realizado en ladrillo rosado. La iglesia central tiene un retablo de alabastro que es una preciosidad. A destacar la talla de un Cristo crucificado, en una capillita contigua, de una belleza impresionante.
Continuamos el viaje por una carretera escarpada y comenzamos a vislumbrar el precioso paisaje pirenaico: retazos de nieve en las cumbres, laderas con todas las tonalidades posibles del verde, carretera sinuosa jalonada de túneles. Tras el último, el de Vielha, de cinco km de largo, llegamos al valle de Arán.
Las altas montañas forman una especie de anfiteatro y recostado en uno de sus flancos está el poblado de Viella y rodeando el núcleo principal, numerosos asentamientos más o menos grandes formados todos ellos por casitas o casonas que siguen un mismo patrón en su construcción: muros de piedra grisácea; puertas, ventanas con celosías y balconadas en madera de pino; puntiagudos tejados recubiertos de pizarra. El conjunto es de una tal belleza que te deja asombrado y boquiabierto.
Eran cerca de las 3h30 cuando hemos llegado al hotel e inmediatamente hemos pasado al comedor donde hemos dado buena cuenta de unas sabrosas lentejas, conejo guisado con guarnición de zanahorias y guisantes, ensalada de tomate y lechuga y copa de helado o fruta.
Cada uno se ha dirigido a su habitación y hemos hecho una buena siesta. Hasta la hora de la cena, a las 8h30, tiempo libre. Poco después de cenar gran comparsa de truenos y centellas acompañada de un torrente de agua que a los incautos que nos habíamos aventurado a dar un paseo nos ha calado hasta los huesos.
14 de junio 05
Nos han dejado dormir hasta las 8h para que nos repusiéramos bien del largo viaje de la víspera. A las 8h30 desayunamos. Es un buffet libre que nos permite tener energía durante toda la mañana y algo más.
La excursión comienza a las 9h hacia el valle de Boí. Para llegar a él hay que volver a atravesar el túnel de los 5km. Es un hermoso valle formado por once pueblos y bañado por el río Noguera-Tor y que encierra la ruta del románico que se comenzó a construir en los albores del siglo XII.
Son nueve las iglesias románicas que jalonan este pequeño valle y se parecen entre sí como gotas de agua. Constan todas ellas de planta basilical con tres naves separadas por columnas, cubierta de madera a dos aguas y cabecera con tres ábsides semicilíndricos cubiertos con bóveda de cuarto de esfera. El campanario de torre poligonal y diferente número de pisos según los pueblos está siempre adosado a la planta y se termina en un tejado lombardo. Mención especial merece la iglesia de San Clemente de Taül.
Después de visitar el pueblecito de Taül hemos continuado el camino rodeados de verdes laderas, cascadas y más cascadas, riachuelos que causan nuestro asombro, hasta llegar al balneario Caldes de Boí. Situado a 1500m de altitud este balneario es un complejo hotelero de 8 hectáreas ajardinadas, con 37 manantiales minero-medicinales y un entorno natural incomparable. Ya estamos casi al final de la visita y tenemos que apresurarnos a coger el autobús porque comienza a caer una fina lluvia. Tras la comida, que tiene lugar a las 2h, una buena siesta nos deja como nuevos para emprender la ascensión hacia las pistas de esquí de Baqueira-Beret. En las campas, en esta época un poco desangeladas, pacían tranquilos grupos de caballos y vacas que pocos días antes habían comenzado su particular veraneo, una trashumancia a la catalana. Al bajar nos hemos parado en el pueblecito de Salardú donde, los que hemos querido, hemos visitado su correspondiente iglesia románica. El regreso al hotel ha sido tranquilo. Cena y a dormir prontito porque mañana la jornada será muy completa.
15 de junio.

Diana a las 7h. Desayuno a las 7h30. Todos en el autobús a las 8h y salida hacia Lourdes. Durante todo el trayecto nuestros ojos han vuelto a rejocijarse con los bellos paisajes, los ríos y los pueblecitos del pirineo francés, que son bonitos, pero que distan mucho de la preciosidad de los
del otro lado. Antes de llegar a Lourdes nos hemos dirigido hacia las cuevas de Betharram, que a decir de nuestra guía son de las más grandes de Europa. Constan de cinco plantas superpuestas socavadas en distintas épocas. Un pequeño tramo se realiza en barca y otro en una especie de trenecito, pero la mayor parte a pié y muchos, muchísimos peldaños que bajar. Y al fin hemos llegado al santuario de las apariciones. Hemos visitado las distintas iglesias, hemos rezado y bebido de la fuente milagrosa y nos hemos dirigido al restaurante para reponer fuerzas y seguir visitando la ciudad, que no es especialmente bonita, y dejar unos cuantos euros en las infinitas tiendas souvenirs que por todos los lados abundan. Todos hemos estado viendo la procesión de los enfermos, bastante numerosa para ser un día ordinario. Y vuelta al autobús. Hemos llegado a Viella a las 8h30.
16 de junio.
Hoy nos hemos levantado oficialmente a las 8h. Media hora más tarde nos encontrábamos como cada mañana desayunando. A las 9h en punto
salíamos de nuevo rumbo a territorio francés. Nuestra primera escala ha sido en Saint Bertrand de Comminges. Nos llamó mucho la atención que un enclave con poco más de mil habitantes y bastante diseminados tuviera nada menos que una catedral en la que se mezclan partes de estilo románico y otras con un gótico no muy bien definido. Lo que en un tiempo fué una ciudad medieval amurallada, se encuentra situada en un altozano al que se accede por una pequeña carretera bien empinada. Tras visitar la catedral y un pequeño museo romano adyacente a la casa de cultura, algunos han hecho las consabidas compras, entre ellos Pedro Barba. Se ha comprado un bonito bastón de montaña con empuñadura labrada y punta metálica para fijarse bien al terreno. Y como es natural ha querido de inmediato ponerlo a trabajar para asegurarse de su buen comportamiento. En el momento convenido todos estábamos en el autobús. ¿Todos? No. Faltaba Pedro. Al ver su tardanza hemos comenzado a reírnos pensando qué íbamos a decirle cuando apareciera. Pero pasaba el tiempo y ni rastro de Pedro. Primero ha sido Paco quien se ha bajado para ir en su busca. Al ver que no regresaban les ha seguido Miguel. Al cabo de otro rato han comenzado los demás hombres a bajar y algunas féminas dispersándose por todos los lados. La risa del comienzo había dado paso a la preocupación. Unos y otros hacíamos conjeturas sobre qué es lo que podía haberle pasado. Comenzamos a estar realmente asustados. Al cabo de bastante tiempo alguien lo divisó a lo lejos subiendo la empinada cuesta ayudándose con su bastón. Cuando llegó al autobús estaba sudoroso y enfadado con esos tontuelos de franceses que no entienden el español y que miran con cara de tontos cuando se les pregunta por el camino para volver a la catedral. Sencillamente, se había perdido y las personas con las que se cruzó no entendían lo que les decía. Y algo que me llamó mucho la atención es la agilidad mental de Pedro para salir airoso de cualquier situación con una fina ironía y sentido del humor poco comunes.
Tras el incidente, nos hemos dirigido a la bonita localidad-balneario de Luchon. Unos han querido recorrerla a pié y la mayor parte hemos montado en un trenecito que durante media hora nos ha paseado por las calles más importantes de la localidad. Nos ha gustado mucho. Los innumerables hoteles son, en su mayor parte, de estilo renacentista y muy bellos. Los jardines están exquisitamente cuidados y con gran variedad de flores. La vuelta a Viella la hemos hecho por un pequeño puerto de montaña que nos ha permitido ver en todo su esplendor la ingente variedad de arbolado que tiene la zona y las dimensiones que algunos ejemplares llegan a alcanzar. Eran pasadas las 2h30 cuando hemos llegado al hotel.
Por la tarde, los que no nos encontrábamos demasiado cansados, hemos viajado a las localidades de Les y Bossòst. En Les hemos visitado su iglesia y el Haro. En mayo se escoge un abeto, se lleva hasta el pueblo y se prepara para que seque bien ya que será expuesto en la plaza del pueblo durante todo el año, después de quemar el que se puso el año anterior. De aquí nos hemos trasladado a Bossòts, un pueblo con mucho
comercio. La proximidad a la frontera francesa hace que muchos franceses acudan cada día a hacer sus compras a este lugar. Detrás de la calle principal se deja ver la torre de su pequeña iglesia románica. Pocos fuimos los que nos decidimos a visitarla. Habíamos visto ya tantas que algunos estábamos saturados. Pero fué una pena porque es la cosa más linda que yo he visto, una verdadera obra maestra y eso que dicen que es la más antigua de todas.
A las 19h ya estábamos de vuelta en el hotel. Teníamos aun tiempo de dar una vuelta por los alrededores del hotel antes de la cena. Mañana desayunaremos a las 7h30, después de dejar las maletas en el hall del hotel listas para subirlas al autobús y emprender el camino hacia Zaragoza a las 8h en punto.
17 de junio.
El día amaneció soleado y con temperaturas fresquitas, como cada mañana. El decir adiós a un lugar tan bonito siempre causa un poco de pena,
pero la mayor parte de nosotros ansiaba volver a ver a los suyos. Dejamos atrás las verdes montañas, volvimos a pasar entre campos de árboles frutales cuajados de frutas y llegamos a la zona de los Monegros. El contraste era brutal con lo que dejábamos atrás. Se veía con claridad meridiana la diferencia entre tener agua y no disponer de ella. Y llegamos a la bonita ciudad de Zaragoza. La primera visita fue para la Pilarica. La mayor parte de nosotros conocía con anterioridad la ciudad. El tiempo libre hasta la hora de la comida se lo administró cada uno a voluntad: algunos visitaron la catedral que es muy hermosa, otros, cansados de ver iglesias, optaron por darse un buen paseo aprovechando la sombra que brindaban las bonitas edificaciones que rodean la plaza del Pilar. Tras la comida reanudamos el viaje. Pequeña parada para estirar las piernas y lo que hubiere menester en El Milagro, provincia de Teruel. A la entrada de Valencia despedimos a nuestra guía Loli deseando volverla a ver en breve. Nuestra último alto en el camino lo realizamos para cambiar de chófer y permitir a los más hambrientos recuperar energías y rápidos para Santomera, donde nos urgía llegar para abrazar a los nuestros. Han sido unos días maravillosos de convivencia, donde hemos aprendido a conocernos mejor y hemos compartido experiencias que nunca olvidaremos. Hasta pronto a todos.

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